El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna."
Amado amigo, esa fuente preciosa se abrió para tí, cuando el costado del Señor Jesucristo fue traspasado y su sangre y agua fue derramada para limpieza y purificación de tu alma.