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EVENTOS FINALES
Los eventos finales están tan entrelazados unos con otros
que no es fácil predecir el orden especifico de cada uno de ellos.
Trato de presentarlos lo mejor posible para que estemos al tanto de
ellos.
El
"tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente" se iniciará
pronto; y para entonces necesitaremos tener una experiencia que hoy por
hoy no poseemos y que muchos no pueden lograr debido a su indolencia.
Sucede muchas veces que los peligros que se esperan no resultan tan
grandes como uno se los había imaginado; pero éste no es el caso
respecto de la crisis que nos espera. La imaginación más fecunda no
alcanza a darse cuenta de la magnitud de tan dolorosa prueba. (C. S. p.
680)
El Pequeño Tiempo de Angustia
El Pequeño Tiempo de Angustia
Un tiempo de angustia antes que termine el tiempo de prueba
En
la página 33 [de Primeros escritos] se lee lo siguiente: "...Al
comenzar el tiempo de angustia, fuimos henchidos del Espíritu Santo
cuando salimos a proclamar más plenamente el sábado".
Esta
visión fue dada en 1847 cuando eran muy poco los hermanos adventistas
que observaban el sábado, y de éstos eran aun menos s que suponían que
su observancia era de suficiente importancia para trazar una separación
entre el pueblo de Dios y los incrédulos. Ahora se comienza a ver el
cumplimiento de esa visión. El comienzo "del tiempo de angustia"
mencionado entonces no se refiere al tiempo cuando comenzarán a ser
derramada las plagas, sino a un corto periodo precisamente ante que
caigan, mientras Cristo está en el santuario. En ese tiempo, cuando se
esté terminando la obra de la salvación, vendrá aflicción sobre la
tierra, y las naciones se airarán, aunque serán mantenidas en jaque
para que no impidan la realización de la obra del tercer ángel.- PE 85
(1854). (Eventos de los últimos días p. 148)
Para esta tiempo se nos instruye que hagamos provisiones.
El mundo protestante ha establecido un día de reposo idolátrico (domingo)
en el lugar donde debería estar el sábado de Dios, y va en pos de las
pisadas del papado. Por esta razón veo la necesidad de que las familias
del pueblo de Dios se trasladen fuera de las ciudades, a lugares
apartados del campo, donde puedan cultivar la tierra y cosechar los
productos que ellas mismas siembren. De este modo podrán criar a sus
hijos con hábitos sencillos y saludables. Veo la necesidad de
apresurarse a fin de tener todas las cosas dispuestas para la crisis
(Carta 90, 1897). (M. S. t. 2 p. 412)
El
pequeño tiempo de angustia comienza con la ley dominical y termina con
el fin del tiempo de gracia. En ese tiempo el remanente estará dando el
ultimo mensaje al mundo el fuerte pregón de la lluvia tedia.
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GRAN TIEMPO DE ANGUSTIA
7 ULTIMAS PLAGAS DERRAMADAS.
Para este tiempo no debemos hacer provisión para nuestras necesidades.
El
Señor me ha mostrado repetidas veces que sería contrario a la Biblia el
hacer cualquier provisión para nuestras necesidades temporales durante
el tiempo de angustia. Vi que si los santos guardaran alimentos
almacenados o en el campo en el tiempo de angustia, cuando hubiese en
la tierra guerra, hambre y pestilencia, manos violentas se los
arrebatarían y extraños segarían sus campos. Será entonces tiempo en
que habremos de confiar por completo en Dios, y él nos sostendrá. Vi
que nuestro pan y nuestras aguas nos estarán asegurados en aquel
tiempo, y no sufriremos escasez ni hambre. (Maranata p.179)
El
gran tiempo de angustia comienza cuando termine el tiempo de gracia y
dura hasta la segunda venida de Cristo. Cuando termine el tiempo de
gracia los cuatro Ángeles de Apocalipsis 7: 1 - 4 serán sueltos.
En este tiempo será el tiempo de la angustia de Jacob y caerán sobre la tierra las siete postreras plagas.
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"EVENTOS FINALES"
"MENSAJE DE LOS TRES ANGELES"
"El 1er. ángel anuncia el juicio"
6-
Entonces vi a otro ángel que volaba por el cielo, con el evangelio
eterno para predicarlo a los que habitan en la tierra, a toda nación y
tribu, lengua y pueblo.
7-
Decía a gran voz: "¡Reverenciad a Dios y dadle honra, porque ha llegado
la hora de su juicio! Y adorad al que hizo el cielo y la tierra, el
mar y las fuentes de las aguas".
"El 2do. ángel anuncia la caída de Babilonia"
8-
Un segundo ángel lo siguió, diciendo: "¡Ha caído, ha caído la gran
Babilonia!, porque ha dado a beber a todas las naciones del vino del
furor de su fornicación".
" El 3er. ángel anuncia la destrución de la bestia "
9-
Y el tercer ángel los siguió diciendo a gran voz: "Si alguno adora a la
bestia y a su imagen, y recibe su marca en su frente o en su mano,
10-
"éste también beberá del vino de la ira de Dios, vaciado puro en la
copa de su ira. Y será atormentado con fuego y azufre ante los santos
ángeles y ante el Cordero.
11-
"Y el humo de su tormento sube para siempre jamás. Y los que adoran a
la bestia y a su imagen, y los que reciben la marca de su nombre, no
tienen reposo ni de día ni de noche. (Apoc. 14: 6 - 11)
"Los
tres ángeles de Apocalipsis 14, representados como volando por en medio
del cielo, simbolizan la obra de aquellos que proclaman los mensajes de
los ángeles primero, segundo y tercero. Están unidos. Las evidencias
de la verdad permanente y siempre viva de estos grandes mensajes, que
tanto significan para la iglesia, que han despertado tan intensa
oposición de parte del mundo religioso, no están extintas. Satanás
trata constantemente de arrojar sombra alrededor de estos mensajes,
para que el pueblo de Dios no discierna claramente su significado, su
tiempo y lugar; pero esos mensajes viven y han de ejercer su poder
sobre nuestra experiencia religiosa mientras dure el tiempo.
La
influencia de estos mensajes se ha estado profundizando y ensanchando,
poniendo en movimiento los resortes de la acción en millares de
corazones, sacando a la existencia instituciones de saber, casas
editoriales y sanatorios. Todos éstos son instrumentos de Dios para
cooperar en la gran obra representada por los ángeles primero, segundo
y tercero, la obra que consiste en advertir a los habitantes del mundo
que Cristo viene por segunda vez, con poder y grande gloria." (Joyas de los Testimonios tomo 2 pag.373)
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"MENSAJE DEL TESTIGO FIEL A LA IGLESIA LAODICEA"
"Y
escribe al ángel de la iglesia en Laodicea. He aquí dice el Amén, el
testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios: Yo
conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fueses frío, o
caliente! Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de
mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo
necesidad de ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y
miserable y pobre y ciego y desnudo." (Apoc. 3: 14-17.)
El
Señor nos muestra aquí que el mensaje que deben dar a su pueblo los
ministros que él ha llamado para que amonesten a la gente no es un
mensaje de paz y seguridad. No es meramente teórico, sino práctico en
todo detalle. En el mensaje a los laodicenses, los hijos de Dios son
presentados en una posición de seguridad carnal. Están tranquilos,
creyéndose en una exaltada condición de progreso espiritual. "Porque
tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de
ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y
ciego y desnudo."
A
los que se sienten seguros por causa de sus progresos y se creen ricos
en conocimiento espiritual, les cuesta recibir el mensaje que declara
que están engañados y necesitan toda gracia espiritual. El corazón que
no ha sido santificado es engañoso "más que todas las cosas, y
perverso."" (Jer. 17:9.) Se me mostró que muchos se ilusionan
creyéndose buenos cristianos, aunque no tienen un solo rayo de la luz
de Jesús. No tienen una viva experiencia personal en la vida divina.
Necesitan humillarse profunda y cabalmente delante de Dios antes de
sentir su verdadera necesidad de realizar esfuerzos fervientes y
perseverantes para obtener los preciosos dones del Espíritu.
No
es suficiente el simple hecho de profesar creer la verdad. Todos los
soldados de la cruz de Cristo se obligan virtualmente a entrar en la
cruzada contra el adversario de las almas, a condenar lo malo y
sostener la justicia. Pero el mensaje del Testigo Fiel revela el hecho
de que nuestro pueblo está sumido en un terrible engaño, que impone la
necesidad de amonestarlo para que interrumpa su sueño espiritual y se
levante a cumplir una acción decidida. (Joyas de los Testimonios t. 1
pag. 328, 329)
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LLAMANDO A LA PUERTA"
"He
aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré a él, y cenaré él, y él conmigo" (Apoc. 3: 20).
Así
ilustra el Redentor del mundo la obra del Espíritu Santo en el corazón
humano. Por un acto de su propia fe, el ser humano se coloca en las
manos del Señor para que él obre su buena voluntad a su tiempo. Para
estar en Cristo, debe haber un continuo ejercicio de la fe...
Este
es un proceso de preparación, una constante disciplina de la mente y
del corazón, para que Cristo obre su gran tarea en el corazón humano.
El yo el viejo yo natural, muere, y la voluntad de Cristo es nuestra
voluntad, sus caminos son nuestros caminos y el ser humano, corazón,
mente e intelecto, se convierte en un instrumento en las manos de Dios
para obrar ya no más maldad, sino la justicia de Cristo...
En
el plan divino, Dios no hace nada sin la cooperación del hombre. No
compele a la voluntad del hombre. Esta debe ser dada completamente al
Señor, de lo contrario el Señor no puede realizar su obra divina que
quiere cumplir en el ser humano. Jesús declaró que en un cierto lugar
no pudo hacer muchas obras admirables entre la gente, debido a su
incredulidad. Quería hacer para ellos en ese lugar precisamente lo que
sabia que ellos necesitaban que hiciera, pero no pudo realizarlo porque
la incredulidad le cerró el camino. El alfarero no puede modelar y dar
forma para honra a lo que nunca ha sido colocado en sus manos. La vida
cristiana es una entrega diaria, sumisión y continuo triunfo que gana
renovadas victorias cada día. Esto es el crecimiento en Cristo, que da
forma a la vida de acuerdo con el modelo divino...
La
devoción, la piedad y la santificación de todo el hombre se efectuar
mediante Jesucristo nuestra justicia (Manuscrito 24, 1890). (A fin de
conocerle pag. 58)
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"En el tiempo de mayor peligro"
En el tiempo en que son mayores el peligro y la depresión de la iglesia, el pequeño grupo que se mantiene en la luz
estará suspirando y clamando por las abominaciones que se cometen en la
tierra. Pero sus oraciones ascenderán más especialmente en favor de la
iglesia, porque sus miembros están obrando a la manera del mundo.
No
serán vanas las oraciones de estos pocos fieles. Cuando el Señor salga
como vengador, vendrá también como protector de todos aquellos que
hayan conservado la fe en su pureza y se hayan mantenido sin mancha del
mundo. Será entonces el tiempo en que Dios prometió vengar a sus
escogidos que claman día y noche, aunque sea longánime con ellos.
La
orden es: "Pasa por medio de la ciudad, por medio de Jerusalem, y pon
una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de
todas las abominaciones que se hacen en medio de ella." (Eze. 9: 4)
Estos que suspiran y lloran han estado ofreciendo las palabras de vida; han reprendido, han aconsejado y suplicado.
Algunos de los que estaban deshonrando a Dios se han arrepentido y han
humillado su corazón delante de él. Pero la gloria del Señor se ha
apartado de Israel; aunque muchos perseveraban en las formas de la
religión, faltaban el poder y la presencia de Dios.
En
el tiempo en que su ira se manifieste con castigos, estos humildes y
consagrados discípulos de Cristo se distinguirán del resto del mundo
por la angustia de su alma, expresada en lamentaciones y lloros,
reproches y amonestaciones. Mientras que otros procuran arrojar un
manto sobre el mal existente, y excusar la gran impiedad que prevalece
por doquiera, los que tienen celo por el honor de Jehová y amor por las
almas no callarán para obtener el favor humano. Sus almas justas se
afligen día tras día por las obras y conversaciones profanas de los
impíos. Son impotentes para detener el torrente de la iniquidad; de
ahí que se llenen de pesar y alarma. Lloran delante de Dios al ver la
religión despreciada en los mismos hogares de aquellos que han tenido
gran luz. Se lamentan y afligen sus almas porque en la iglesia hay
orgullo, avaricia, egoísmo y engaño de casi toda clase. El Espíritu de
Dios, que inspira la reprensión, es pisoteado, mientras triunfan los
siervos de Satanás. Dios queda deshonrado, la verdad anulada.
Aquellos
que no sienten pesar por su propia decadencia espiritual ni lloran
sobre los pecados ajenos quedarán sin el sello de Dios. El Señor
ordena a sus mensajeros, los hombres que tienen las armas de matanza en
la mano: "Pasad por la ciudad en pos de él, y herid; no perdone vuestro
ojo, ni tengáis misericordia. Matad viejos, mozos y vírgenes, niños y
mujeres, hasta que no quede ninguno: mas a todo aquel sobre el cual
hubiere señal, no llegaréis; y habéis de comenzar desde mi santuario.
Comenzaron pues desde los varones ancianos que estaban delante del
templo." (Eze. 9: 5, 6.)
Aquí
vemos que la iglesia, el santuario del Señor, era la primera en sentir
los golpes de la ira de Dios. Los ancianos, aquellos a quienes Dios
había brindado gran luz, que se habían destacado como guardianes de los
intereses espirituales del pueblo, habían traicionado su cometido.
Habían asumido la actitud de que no necesitamos esperar milagros ni la
señalada manifestación del poder de Dios como en tiempos anteriores.
Los tiempos han cambiado. Estas palabras fortalecen su incredulidad,
y dicen: El Señor no hará bien ni mal. Es demasiado misericordioso
para castigar a su pueblo. Así el clamor de paz y seguridad es dado
por hombres que no volverán a elevar la voz como trompeta para mostrar
al pueblo de Dios sus transgresiones y a la casa de Jacob sus pecados.
Estos perros mudos que no querían ladrar, son los que sienten la justa
venganza de un Dios ofendido. Hombres, jóvenes y niñitos, todos
perecen juntos. (Joyas de los Testimonios t. 2 pag. 64, 66)
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Union de las iglesias
EL PROTESTANTISMO SE UNE CON EL PAPADO
Y
los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido
reino; pero por una hora recibiría autoridad como reyes juntamente con
la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su
autoridad a la bestia. (Apoc. 17: 12, 13).
"A
medida que nos acercamos a la crisis final, resulta de vital
importancia que la armonía y la unidad reinen entre las instituciones
del Señor. El mundo no conoce más que tempestades, guerras y
discordias. Sin embargo, las gentes se unirán bajo una misma
dirección, la de la potencia papal, para oponerse a Dios en la persona
de sus testigos.
¿Qué
entidad le entrega su reino a esta potencia? El protestantismo, un
poder que, mientras profesa tener el carácter y el espíritu de un
cordero y estar aliado con el cielo, habla con la voz de un dragón.
Está movido por una fuerza que procede de abajo. . .
"Estos
tienen un mismo propósito". Habrá un lazo universal de unión, una gran
armonía, una confederación de fuerzas de Satanás. "Y entregarán su
poder y su autoridad a la bestia". Así se manifiesta el mismo poder
arbitrario y opresor contra la libertad religiosa, la libertad de
adorar a Dios según los dictados de la conciencia, que manifestó el
papado cuando en el pasado persiguió a los que se negaban a conformarse
con los ritos y ceremonias religiosas del romanismo.
En
la lucha que se librará en los últimos días estarán unidos en oposición
al pueblo de Dios todos los poderes corrompidos que se apartaron de la
lealtad a la ley de Jehová. En esta lucha el sábado del cuarto
mandamiento será el punto controvertido, porque en el mandamiento del
sábado el gran Legislador se identifica como el Creador del cielo y de
la tierra. Merced a los dos errores capitales, el de la inmortalidad
del alma y el de la santidad del domingo, Satanás prenderá a los
hombres en sus redes. Mientras aquél forma la base del espiritismo,
éste crea un lazo de simpatía con Roma. Los protestantes de los
Estados Unidos serán los primeros en tender las manos a través de un
doble abismo al espiritismo y al poder romano; y bajo la influencia de
esta triple alianza ese país marchará en las huellas de Roma,
pisoteando los derechos de la conciencia." (Maranata p.186)
Cuando las iglesias principales de los Estados Unidos, uniéndose en puntos comunes de doctrina,
influyan sobre el Estado para que imponga los decretos y las
instituciones de ellas, entonces la América protestante habrá formado
una imagen de la jerarquía romana, y la imposición de penas civiles
contra los disidentes vendrá de por sí sola...
La
imposición de la observancia del domingo por parte de las iglesias
protestantes es una imposición de que se adore al papado...
Por
el mismo hecho de imponer un deber religioso con ayuda del poder
secular, las mismas iglesias estallan elevando una imagen a la bestia;
de aquí que la imposición de la observancia del domingo en los Estados
Unidos equivaldría a imponer la adoración de la bestia y de su imagen.-
CS 498, 502 (1911).
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Ley dominical
"Cuando
llegue el día en que se invalide la ley con el domingo y la iglesia sea
zarandeada por las fieras pruebas a que serán sometidos todos los que
moran en la tierra, una gran proporción de aquellos que pasan por ser
genuinos prestarán oídos a espíritus engañadores y se convertirán en
pérfidos y traicionarán sagradas verdades. Demostrarán que son nuestros
peores perseguidores. (Com. B. T. 6 p. 288 E. G. W.)
"Entonces
el descanso (Domingo) que yo he establecido será hecho obligatorio por
leyes muy severas e impositivas. Los que las desobedezcan serán
apartados de sus ciudades y aldeas, y se les hará sufrir hambre y
privación. Una vez que tengamos el poder, mostraremos lo que podemos
hacer con aquellos que no desean apartarse de su lealtad a Dios.(T. M.
473)
MARCA DE LA BESTIA
Y
ordenaba que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y
siervos, se les ponga una marca en la mano derecha o en la frente. Y
que ninguno pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca o el
nombre de la bestia, o el número de su nombre. Esto requiere sabiduría.
El que tenga entendimiento, cuente el número de la bestia, que es
número de hombre. El número es 666. (Apoc. 13: 16 - 18)
Los
adoradores de Dios se distinguirán especialmente por su observancia del
cuarto mandamiento, puesto que ésta es la señal de su poder creador y
el testimonio de su derecho a recibir la reverencia y el homenaje de
los hombres. Los malvados se distinguirán por sus esfuerzos para
derribar este monumento del Creador, para exaltar el día instituido por
Roma. (Domingo) Cuando el conflicto culmine, la cristiandad
estará dividida en dos grandes clases: los que guardan los mandamientos
de Dios y tienen la fe de Jesús, y los que adoran a la bestia y a su
imagen, y reciben su marca. . .
El
pueblo de Dios tendrá que enfrentar tremendas pruebas. El espíritu de
la guerra está conmoviendo las naciones de un extremo al otro de la
tierra. Pero en el medio del tiempo de angustia que está por venir, un
tiempo de angustia que no tendrá paralelo desde que existe nación, el
pueblo de Dios permanecerá inconmovible. Satanás y sus ángeles no lo
podrán destruir, porque ángeles sumamente fuertes los protegerán (Carta
119, del 1 de marzo de 1904) (Cada dia con Dios pag. 70)
El
sábado será la gran piedra de toque de la lealtad; pues es el punto
especialmente controvertido. Cuando esta piedra de toque les sea
aplicada finalmente a los hombres, entonces se trazará la línea de
demarcación entre los que sirven a Dios y los que no le sirven.
Mientras la observancia del falso día de reposo (domingo), en
obedecimiento a la ley del estado y en oposición al cuarto mandamiento,
será una declaración de obediencia a un poder que está en oposición a
Dios, la observancia del verdadero día de reposo (sábado), en
obediencia a la ley de Dios, será señal evidente de la lealtad al
Creador. Mientras que una clase de personas, al acepta el signo de la
sumisión a los poderes del mundo, recibe la marca de la bestia, la
otra, por haber escogido el signo de obediencia a la autoridad divina,
recibirá el sello de Dios. (Conflicto de los siglos pag. 663)
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Salid de las ciudades
La ley dominical vendrá poco a poco, hoy día vemos como se esta luchando por establecerla como el día familiar.
"El mundo protestante ha establecido un día de reposo idolátrico (domingo) en el lugar donde debería estar el sábado de Dios, y va en pos de las pisadas del papado.
Por
esta razón veo la necesidad de que las familias del pueblo de Dios se
trasladen fuera de las ciudades, a lugares apartados del campo, donde
puedan cultivar la tierra y cosechar los productos que ellas mismas
siembren." (M. S. t. 2 p. 412)
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"Pasa por en medio de Jerusalén, y pon una señal
en la frente de los hombres que gimen y claman"
"Pasa
por la ciudad, por en medio de Jerusalén, y pon una señal en la frente
de los hombres que gimen y claman a causa de todas las abominaciones
que se cometen en ella"(Eze. 9:4)
"El
Señor viene pronto. En cada iglesia debe haber un proceso de
purificación y de zarandeo, porque entre nosotros hay hombres impíos
que no aman la verdad ni honran a Dios." -RH Marzo 19, 1895.
"Pregunté
cuál era el significado del zarandeo que yo había visto, y se me mostró
que lo motivaría el directo testimonio que exige el consejo del Testigo
fiel a la iglesia de Laodicea. Tendrá este consejo efecto en el
corazón de quien lo reciba y le inducirá a ensalzar la norma y expresar
claramente la verdad. Algunos no soportarán este testimonio directo,
sino que se levantarán contra él. Esto es lo que causará un zarandeo
en el pueblo de Dios" (P. E. p. 270)
Zarandeo
EL
20 de noviembre de 1857 me fue mostrado el pueblo de Dios, y lo vi
poderosamente sacudido. Algunos, con robusta fe y clamores de agonía
intercedían ante Dios. Estaban pálidos y sus rostros demostraban la
profunda ansiedad resultante de su lucha interior. Gruesas gotas de
sudor bañaban su frente; pero con todo, su aspecto manifestaba firmeza
y fervor. De cuando en cuando brillaba en sus semblantes la señal de la
aprobación de Dios, y nuevamente volvían a quedar en solemne, fervorosa
y anhelante actitud.
Ángeles
malos los rodeaban y los oprimían con sus tinieblas para ocultarles de
la vista a Jesús y para que sus ojos se fijaran en la obscuridad
circundante, a fin de inducirles a desconfiar de Dios y luego a
murmurar contra él. Su única salvaguardia estribaba en mantener los
ojos dirigidos hacia arriba, pues los ángeles de Dios estaban
encargados de su pueblo y, mientras que la ponzoñosa atmósfera de los
malos ángeles circundaba y oprimía a las ansiosas almas, los ángeles
celestiales batían sin cesar las alas para disipar las densas tinieblas.
Vi
que algunos no participaban en esta lucha e intercesión. Parecían
indiferentes y negligentes. No resistían a las tinieblas que los
envolvían, y éstas los encerraban como una espesa nube. Vi que los
ángeles de Dios se apartaban de ellos y acudían en auxilio de los que
se empeñaban en resistir con todas sus fuerzas a los ángeles malos y
procuraban ayudarse, clamando perseverantemente a Dios. Pero los
ángeles nada hacían por quienes no procuraban ayudarse a sí mismos; y
los perdí de vista. Mientras los que oraban continuaban clamando con
fervor, recibían a veces un rayo de luz que emanaba de Cristo para
alentar su corazón e iluminar su rostro.
Pregunté
cuál era el significado del zarandeo que yo había visto, y se me mostró
que lo motivaría el directo testimonio que exige el consejo del Testigo
fiel a la iglesia de Laodicea. Tendrá este consejo efecto en el
corazón de quien lo reciba y le inducirá a ensalzar la norma y expresar
claramente la verdad. Algunos no soportarán este testimonio directo,
sino que se levantarán contra él. Esto es lo que causará un zarandeo
en el pueblo de Dios.
El
testimonio del Testigo no ha sido escuchado sino a medias. El solemne
testimonio, del cual depende el destino de la iglesia, se tiene en poca
estima, cuando no se lo descarta por completo. Este testimonio ha de
mover a profundo arrepentimiento, y todos los que lo reciban
sinceramente, le obedecerán y quedarán purificados. (Joyas de los
Testimonios tomo 1 pag. 60, 61) (P. E. p. 270)
|
El sello de Dios
Tan
pronto como el pueblo de Dios sea sellado en su frente -no se trata de
un sello o marca que se pueda ver, sino un afianzamiento en la verdad,
tanto intelectual como espiritualmente, de modo que los sellados son
inconmovibles-, tan pronto como sea sellado y preparado para el
zarandeo , éste vendrá. Ciertamente ya ha comenzado. -4CBA 1183.
La verdadera observancia del día de reposo es la señal de lealtad a Dios.-7CBA 992 (1899).
De
los Diez Mandamientos, sólo el cuarto contiene el sello del gran
Legislador, el Creador de los cielos y la tierra.-6T 350 (1900). Se
pone una señal sobre cada uno de los hijos de Dios tan ciertamente como
fue colocada una marca sobre las puertas de los hogares de los hebreos
para librar a ese pueblo de la ruina general. Dios declara: "Les di
también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos,
para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico"[Eze. 20-12].
(E.V.U.D.224, 225).
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Lluvia tardía
Los
que reciban la marca pura de la verdad desarrollada en ellos por el
poder del Espíritu Santo y representada por el sello del hombre vestido
de lino, son los que "gimen y que claman a causa de todas las
abominaciones que se hacen" en la iglesia. (Maranata p.238)
"Oí
que los revestidos de la armadura proclamaban la verdad con gran poder,
y ella producía su efecto. Vi a las personas que habían estado atadas:
algunas esposas por sus consortes, y algunos hijos por sus padres. Los
sinceros, a quienes hasta entonces se les había impedido oír la verdad,
se adhirieron ardientemente a ella. Pregunté por la causa de tan
profundo cambio y un ángel me respondió: "Es la lluvia tardía; el
refrigerio de la presencia del Señor; el potente pregón del tercer
ángel." (P. E. p. 272)
Por
todas partes había resonado la postrera gran amonestación, agitando y
enfureciendo a los moradores de la tierra que no habían querido recibir
el mensaje. Vi ángeles que iban presurosos de un lado al otro en el
cielo.
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El Pequeño Tiempo de Angustia
El
comienzo "del tiempo de angustia" mencionado entonces no se refiere al
tiempo cuando comenzarán a ser derramada las plagas, sino a un corto
periodo precisamente ante que caigan, mientras Cristo está en el
santuario. En ese tiempo, cuando se esté terminando la obra de la salvación, vendrá aflicción sobre la tierra, y las naciones se airarán,
aunque serán mantenidas en jaque para que no impidan la realización de
la obra del tercer ángel.- PE 85 (1854). (E. U. D. p.148)
|
Persecución
Vi
a los impíos, malvados e incrédulos. Estaban todos en gran excitación. El celo y poencia del pueblo de Dios los había enfurecido. Por
doquiera dominaba en ellos la confusión. Vi que tomaban medidas contra
la hueste que tenía la luz y el poder de Dios. Pero esta hueste,
aunque rodeado por densas tinieblas, se mantenían firme con la
aprobación de Dios y su confianza en él. Los vi perplejos; luego los
oí clamar a Dios ardientemente, sin cesar día y noche en su angustioso
grito: "¡Hágase señor tu voluntad! Si ha de servir para gloria de tu
nombre, dale a tu pueblo el medio de escapar. Líbranos de los paganos
que nos rodean. Nos han sentenciado a muerte; pero tu brazo puede
salvarnos." Tales son las palabras que puedo recordar. Todos
mostraban honda convicción de su insuficiencia y manifestaban completa
sumisión a la voluntad de Dios. Sin embargo, todos sin excepción, como
Jacob, oraban y luchaban fervorosamente por su liberación. (Testimonios
selectos pag. 175)
"Cuando realmente se desate la tormenta de la persecución sobre
nosotros las verdaderas ovejas oirán la voz del verdadero pastor. Se
realizarán esfuerzos abnegados para salvar a los perdidos, y muchos que
se han descarriado del redil volverán de nuevo. (T. t. 6 p. 401)
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"El tiempo de gracia termina cuando se completa el sellamiento"
Precisamente
antes de que entráramos en él [el tiempo de angustia], todos recibimos
el sello del Dios viviente. Entonces vi que los cuatro ángeles
dejaron de retener los cuatro vientos. Y vi hambre, pestilencia y
espada, nación se levantó contra nación, y el mundo entero entró en
confusión.-7CBA 979 (1846).
Vi
ángeles que iban y venían de uno a otro lado del cielo. Un ángel con
tintero de escribano en la cintura regresó de la tierra y comunicó a
Jesús que había cumplido su encargo, quedando sellados y numerados los
santos. Vi entonces que Jesús, quien había estado oficiando ante el
arca de los Diez Mandamientos, dejó caer el incensario, y alzando las
manos exclamó en alta voz: "Consumado es".-PE 279
Queda,
por así decirlo, solamente un momento de tiempo. Pero aunque ya se
levanta nación contra nación, y reino contra reino, no hay todavía
conflagración general. Todavía los cuatro vientos son retenidos hasta
que los siervos de Dios sean sellados en sus frentes. Entonces las
potencias de la tierra ordenarán sus fuerzas para la última gran
batalla.-2JT 369 (1900).
Un
ángel que regresa de la tierra anuncia que su obra está terminada; el
mundo ha sido sometido a la prueba final, y todos los que han resultado
fieles a los preceptos divinos han recibido 'el sello del Dios vivo".
Entonces Jesús dejará de interceder en el santuario celestial.
Levantará sus manos y con gran voz dirá- "Hecho es".-CS 671 (1911) (E.
U. D. 232, 233)
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EL TIEMPO DE LA ANGUSTIA DE JACOB
¡Ah,
cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo
de angustia para Jacob; pero de ella será librado. (Jer. 30: 7).
Cuando
Cristo acabe su obra mediadora en favor del hombre, entonces empezará
ese tiempo de aflicción. Entonces la suerte de cada alma habrá sido
decidida, y ya no habrá sangre expiatoria para limpiarnos del pecado. .
. Entonces el espíritu que reprime el mal se retirará de la tierra.
Como Jacob estuvo bajo la amenaza de muerte de su airado hermano, así
también el pueblo de Dios estará en peligro de los impíos que tratarán
de destruirlo. Y como el patriarca luchó toda la noche pidiendo ser
librado de la mano de Esaú, así clamarán los justos a Dios día y noche
que los libre de los enemigos que los rodean. . .
Cuando
en su angustia Jacob se asió del Ángel y le suplicó con lágrimas, el
Mensajero celestial, para probar su fe, le recordó también su pecado y
trató de librarse de él. Pero Jacob no se dejó desviar. Había
aprendido que Dios es misericordioso, y se apoyó en su misericordia.
Se refirió a su arrepentimiento del pecado, y pidió liberación.
Mientras repasaba su vida, casi fue impulsado a la desesperación; pero
se aferró al Ángel, y con fervientes y agonizantes súplicas insistió en
sus ruegos, hasta que prevaleció.
Tal
será la experiencia del pueblo de Dios en su lucha final con los
poderes del mal. Dios probará la fe de sus seguidores, su constancia,
y su confianza en el poder de él para librarlos. Satanás se esforzará
por aterrarlos con el pensamiento de que su situación no tiene
esperanza; que sus pecados han sido demasiado grandes para alcanzar el
perdón. Tendrán un profundo sentimiento de sus faltas, y al examinar
su vida, verán desvanecerse sus esperanzas. Pero recordando la
grandeza de la misericordia de Dios, y su propio arrepentimiento
sincero, pedirán el cumplimiento de las promesas hechas por Cristo a
los pecadores desamparados y arrepentidos. Su fe no faltará porque sus
oraciones no sean contestadas en seguida. Se asirán del poder de Dios,
como Jacob se asió del Ángel, y el lenguaje de su alma será: "No te
dejaré, si no me bendices" (Patriarcas y Profetas, págs. 199, 200).
"En
aquel tiempo se levantará Miguel, el gran Príncipe que protege a tu
pueblo. Y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente
hasta entonces. Pero en ese tiempo será librado tu pueblo, todos los
que se hallen escritos en el libro." (Danieel 12:1)
VI
QUE LOS SANTOS abandonaban las ciudades y los pueblos para reunirse en
grupos con el fin de vivir en los lugares más apartados. Los ángeles
les proporcionaban alimento y agua mientras los impíos sufrían hambre y
sed. Acto seguido vi que los grandes hombres de la tierra consultaban
entre sí, y vi a Satanás y sus ángeles atareados en torno de ellos. Vi
un edicto, del que se distribuyeron copias por distintas partes del
país, mediante el cual se ordenaba que a menos que los santos
renunciaran a su fe peculiar y pusieran a un lado el sábado para
observar el primer día de la semana, después de cierto tiempo la gente
quedaría en libertad para darles muerte. Pero en esa hora de prueba
los santos estaban tranquilos y serenos, confiando en Dios y
descansando en su promesa de que se les abriría un camino de salvación.
En
algunos lugares, antes que venciera el plazo señalado en el edicto, los
impíos se abalanzaron sobre los santos para darles muerte; pero ángeles
con apariencia de guerreros lucharon por ellos. Satanás quería tener
el privilegio de exterminar a los santos del Altísimo, pero Jesús
ordenó a sus ángeles que los protegieran. Dios se sentirá honrado al
hacer un pacto con los que guardaron su ley en presencia de los paganos
que los rodeaban; y será para honra de Jesús trasladar sin pasar por la
muerte a los fieles expectantes que durante tanto tiempo lo aguardaron.
Poco
después vi que los santos sufrían gran angustia mental. Parecía que
estaban rodeados por los malvados moradores de la tierra. Las
apariencias estaban en su contra. Algunos empezaron a temer que Dios
los hubiera abandonado para que perecieran a manos de los impíos. Pero
si sus ojos se hubieran abierto, se hubiesen visto rodeados por los
ángeles de Dios. Después llegó la airada multitud de los impíos, y en
seguida un conjunto de ángeles malignos que los incitaban para que
mataran a los santos. Pero para poder acercarse al pueblo de Dios era
necesario que éstos pasaran entre ese conjunto de ángeles santos y
poderosos. Eso era imposible. Los ángeles de Dios los hacían
retroceder y también rechazaban a los ángeles malos que los rodeaban.
(Historia de la redención pG. 427, 428)
|
Siete postreras plagas
Vi
que los cuatro ángeles iban a retener los vientos mientras no estuviese
hecha la obra de Jesús en el santuario, y que entonces caerían las
siete postreras plagas. Estas enfurecieron a los malvados contra los
justos, pues los primeros pensaron que habíamos atraído los juicios de
Dios sobre ellos, y que si podían raernos de la tierra, las plagas se
detendrían.-PE 36 (1851).
MI
ATENCIÓN se dirigió nuevamente a la tierra. Los impíos habían sido
destruidos y sus cadáveres yacían sobre ella. La ira de Dios,
manifestada mediante las siete plagas, se había derramado sobre los
habitantes de la tierra, induciéndoles a morderse las lenguas de dolor
y a maldecir a Dios. Los falsos pastores habían sido objeto especial
de la ira de Jehová. Sus ojos se habían consumido en sus órbitas y sus
lenguas en sus bocas mientras aún estaban de pie. Después que los
santos fueron librados por la voz de Dios, los impíos encauzaron sus
iras los unos contra los otros. La tierra parecía inundada de sangre y
cubierta de cadáveres desde uno al otro confín.
El
planeta parecía a un desolado desierto. Las ciudades y los pueblos,
sacudidos por el terremoto, yacían en ruinas. Las montañas, removidas
de sus lugares, habían dejado en su sitio grandes cavernas. Sobre
toda la superficie de la tierra estaban esparcidos los peñascos que
había lanzado el mar o que había arrojado la tierra misma. Corpulentos
árboles desarraigados estaban tendidos por el suelo. Este será por mil
años el hogar de Satanás y de sus ángeles malos. Allí quedará confiado
para recorrer la destruida superficie de la tierra y para evaluar las
consecuencias de su rebelión contra la ley de Dios. Durante mil años
podrá gozar del fruto de la maldición que ha producido. (Historia de la
redención pag. 436)
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"GRAN TERREMOTO"
Es
a medianoche cuando Dios manifiesta su poder para librar a su pueblo.
Sale el sol en todo su esplendor. Sucédense señales y prodigios con
rapidez. Los malos miran la escena con terror y asombro, mientras los
justos contemplan con gozo las señales de su liberación. La naturaleza
entera parece trastornada. Los ríos dejan de correr. Nubes negras y
pesadas se levantan y chocan unas con otras. En medio de los cielos
conmovidos hay un claro de gloria indescriptible, de donde baja la voz
de Dios semejante al ruido de muchas aguas, diciendo: "Hecho es."
(Apocalipsis 16: 17.)
Esa
misma voz sacude los cielos y la tierra. Síguese un gran terremoto,
"cual no fue jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra."
(Vers. 18.)
El
firmamento parece abrirse y cerrarse. La gloria del trono de Dios
parece cruzar la atmósfera. Los montes son movidos como una caña al
soplo del viento, y las rocas quebrantadas se esparcen por todos lados.
Se oye un estruendo como de cercana tempestad. El mar es azotado con
furor. Se oye el silbido del huracán, como voz de demonios en misión de
destrucción. Toda la tierra se alborota e hincha como las olas del mar.
Su superficie se raja. Sus mismos fundamentos parecen ceder. Se hunden
cordilleras. Desaparecen islas habitadas. Los puertos marítimos que se
volvieron como Sodoma por su corrupción, son tragados por las
enfurecidas olas. "La grande Babilonia vino en memoria delante de Dios,
para darle el cáliz del vino del furor de su ira." (Vers. 19.) Pedrisco
grande, cada piedra, "como del peso de un talento" (vers. 21), hace su
obra de destrucción. Las más soberbias ciudades de la tierra son
arrasadas. Los palacios suntuosos en que los magnates han malgastado
sus riquezas en provecho de su gloria personal, caen en ruinas ante su
vista. Los muros de las cárceles se parten de arriba abajo, y son
libertados los hijos de Dios que habían sido apresados por su fe. C. S.
p. 695
|
RESURECCION PARCIAL
Los sepulcros se abren y "muchos
de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos
para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua." (Daniel
12: 2.) Todos los que murieron en la fe del mensaje del tercer ángel, salen
glorificados de la tumba, para oír el pacto de paz que Dios hace con
los que guardaron su ley. "Los que le traspasa ron" (Apocalipsis 1: 7),
los que se mofaron y se rieron de la agonía de Cristo y los enemigos
más acérrimos de su verdad y de su pueblo, son resucitados para mirarle
en su gloria y para ver el honor con que serán recompensados los fieles
y obedientes. C. S. 695, 696.
|
SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
Pronto
apareció la gran nube blanca sobre la que reposaba el Hijo del hombre.
Cuando apareció primero a la distancia parecía muy pequeña. El ángel
dijo que era la señal del Hijo del hombre. Cuando se acercó a la
tierra pudimos contemplar la excelsa gloria y la majestad de Jesús que
avanzaba como vencedor. Una comitiva de ángeles ceñidos de brillantes
coronas lo escoltaba en su camino.
No
hay palabras para describir la magnificencia de este espectáculo.
Cuando se acercó la nube viviente de insuperable gloria y majestad,
pudimos contemplar con nitidez la amable figura de Jesús. No llevaba
una corona de espinas; ceñía su santa (p.431) frente en cambio
una corona de gloria. Sobre sus vestidos y su muslo había un nombre
escrito: Rey de reyes y Señor de señores. Su rostro resplandecía más
que el sol al mediodía, sus ojos eran como llama de fuego y sus pies
tenían el aspecto del bronce bruñido. Su voz tenía el sonido de
numerosos instrumentos musicales. La tierra tembló delante de él; los
cielos se desvanecieron como un pergamino que se enrolla, y todo monte
y toda isla se removió de su lugar. "Y los reyes de la tierra, y los
grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo
libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y
decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos
del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del
Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá
sostenerse en pie?" (Apoc. 6: 15-17)
Los
que poco antes habrían eliminado de la tierra a los fieles hijos de
Dios, vieron entonces la gloria del Señor que reposaba sobre ellos. Y
en medio de su terror escucharon las voces de los santos que en gozosa
melodía decían: "He aquí, este es nuestro Dios, le hemos esperado, y
nos salvará" (Isa. 25: 9).
|
PRIMERA RESURECCION, DE LOS JUSTOS
¡Dichoso y santo el que tiene parte en la primera resurrección! (Apoc. 20: 6)
A
su venida los justos muertos resucitarán, y los justos que estuvieren
aún vivos serán mudados. "No todos dormiremos -dice Pablo,- mas todos
seremos mudados, en un momento, en un abrir de ojos, al sonar la última
trompeta: porque sonará la trompeta, y los muertos resucitarán
incorruptibles, y nosotros seremos mudados. Porque es necesario que
este cuerpo corruptible se revista de incorrupción, y que este cuerpo
mortal se revista de inmortalidad." (1 Corintios 15: 51-53, V.M.) Y en
1 Tesalonicenses 4: 16, 17, después de describir la venida del Señor,
dice: "Los muertos en Cristo se levantarán primero; luego, nosotros los
vivientes, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con
ellos a las nubes, al encuentro del Señor, en el aire; y así estaremos
siempre con el Señor." C. S. 369
La
tierra se estremeció violentamente cuando la voz del Hijo de Dios llamó
a los santos que dormían. Respondieron a esa invitación y surgieron
revestidos de gloriosa inmortalidad exclamando: "¡Victoria! ¡Victoria!
sobre la muerte y el sepulcro. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?
¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (Véase 1 Cor. 15: 55.) Entonces los
santos vivos y los resucitados elevaron sus voces en un prolongado y
arrobador grito de triunfo. Los cuerpos que habían descendido a la
tumba con los estigmas de la enfermedad y la muerte, resucitaron
dotados de salud y vigor inmortales. Los santos vivos fueron
transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, y junto con
los resucitados ascendieron juntos para recibir al Señor en el aire.
¡Oh qué glorioso encuentro! Los amigos desunidos por la muerte
volvieron a reunirse para no separarse nunca más.
A
cada lado del carro de nubes había alas, y debajo, ruedas vivas. Al
girar, las ruedas clamaban: "¡Santo!" y las alas al batir, repetían:
"¡Santo!" Y la comitiva de ángeles que rodeaba la nube decía en voz
alta: "¡Santo, santo, santo, Señor Dios Todopoderoso!" Y los redimidos
que estaban en la nube exclamaban: "¡Gloria! ¡Aleluya!" Y el carro
ascendía hacia la Santa Ciudad. Antes de entrar en ella, los
rescatados se ordenaron en un cuadro perfecto con Jesús en el centro.
Su cabeza y sus hombros sobresalían por encima de los salvados y los
ángeles. Su majestuosa figura y su amable rostro podían ser vistos por
todos los que formaban el cuadro. (Historia de la redención p.432, 433)
|
MILENIO
MI
ATENCIÓN se dirigió nuevamente a la tierra. Los impíos habían sido
destruidos y sus cadáveres yacían sobre ella. La ira de Dios,
manifestada mediante las siete plagas, se había derramado sobre los
habitantes de la tierra, induciéndoles a morderse las lenguas de dolor
y a maldecir a Dios. Los falsos pastores habían sido objeto especial
de la ira de Jehová. Sus ojos se habían consumido en sus órbitas y sus
lenguas en sus bocas mientras aún estaban de pie. Después que los
santos fueron librados por la voz de Dios, los impíos encauzaron sus
iras los unos contra los otros. La tierra parecía inundada de sangre y
cubierta de cadáveres desde uno al otro confín.
El
planeta parecía a un desolado desierto. Las ciudades y los pueblos,
sacudidos por el terremoto, yacían en ruinas. Las montañas, removidas
de sus lugares, habían dejado en su sitio grandes cavernas. Sobre
toda la superficie de la tierra estaban esparcidos los peñascos que
había lanzado el mar o que había arrojado la tierra misma. Corpulentos
árboles desarraigados estaban tendidos por el suelo. Este será por mil
años el hogar de Satanás y de sus ángeles malos. Allí quedará confiado
para recorrer la destruida superficie de la tierra y para evaluar las
consecuencias de su rebelión contra la ley de Dios. Durante mil años
podrá gozar del fruto de la maldición que ha producido.
Sin
poder salir de la tierra, no tendrá el privilegio de ir a otros
planetas para tentar y molestar a los que no han caído. Durante ese
tiempo Satanás sufrirá muchísimo. Desde la caída sus malos rasgos han
estado en constante ejercicio. Pero entonces será privado de su poder
y abandonado para reflexionar en el papel que ha desempeñado, y para
presentir con temor y temblor su espantoso porvenir, cuando tendrá que
sufrir por todo el mal que llevó a cabo y ser castigado por todos los
pecados que hizo cometer.
Oí
exclamaciones de triunfo de parte de los ángeles y de los santos
redimidos, que resonaban como diez mil instrumentos musicales, porque
ya Satanás no los molestaría ni los tentaría más, y porque los
habitantes de los otros mundos habían sido librados de él y de sus
tentaciones.
Después
vi tronos, y vi que Jesús y los redimidos se sentaban en ellos, y que
los santos reinaban como reyes y sacerdotes de Dios. Cristo, junto con
su pueblo, juzgó a los impíos muertos, comparando sus acciones con el
libro de estatutos, la Palabra de Dios y fallando cada caso según lo
hecho en el cuerpo. Después sentenciaron a los impíos a la pena que
debían sufrir de acuerdo con sus obras, la que quedó escrita frente a
sus nombres en el libro de la muerte. También el diablo y sus ángeles
fueron juzgados por Jesús y los santos. El castigo de Satanás debía
ser mucho mayor que el de aquellos a quienes engañó. Su sufrimiento
será tan grande que no se podrá establecer comparación alguna con el de
ellos. Después que perezcan todos los que engañó, el enemigo
continuará viviendo para sufrir por mucho tiempo más.
Cuando
terminó el juicio de los impíos muertos, al final del milenio, Jesús
salió de la ciudad seguido por los santos y una comitiva de ángeles.
Descendió sobre una gran montaña que, tan pronto como él posó los pies
en ella, se partió convirtiéndose en una dilatada llanura. Entonces
alzamos los ojos y vimos la grande y hermosa ciudad con doce cimientos
y doce puertas, tres en cada lado, y un ángel en cada una. Exclamamos:
"¡La ciudad! ¡La gran ciudad! Está descendiendo del cielo, de Dios".
Y bajó con todo su esplendor y deslumbrante gloria, y se asentó en la
vasta llanura que Jesús había preparado para ella. (Historia de la
redención p. 436 - 438)
|
DECIENDE CIUDAD NUEVA JERUSALÉN
Y
yo, Juan, vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del
cielo, de Dios, engalanada como una novia para su esposo. Y oí una
gran voz del cielo que dijo: "Ahora la morada de Dios está con los
hombres, y él habitará con ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios mismo
estará con ellos, y será su Dios. Y Dios enjugará toda lágrima de los
ojos de ellos. Y no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor,
porque las primeras cosas pasaron". (Apoc. 21: 2 - 4)
"Cristo
baja sobre el Monte de los Olivos, de donde ascendió después de su
resurrección, y donde los ángeles repitieron la promesa de su regreso.
El profeta dice: "Vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos." "Y
afirmaránse sus pies en aquel día sobre el monte de las Olivas, que
está frente de Jerusalem a la parte de oriente: y el monte de las
Olivas, se partirá por medio . . . haciendo un muy grande valle." "Y
721 Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno,
y uno su nombre." (Zacarías 14: 5, 4, 9.) La nueva Jerusalén,
descendiendo del cielo en su deslumbrante esplendor, se asienta en el
lugar purificado y preparado para recibirla, y Cristo, su pueblo y los
ángeles, entran en la santa ciudad." (Conflicto de los Siglos 420, 421)
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"SEGUNDA RESURRECCIÓN"
ENTONCES
Jesús, acompañado de su comitiva de ángeles y de los santos redimidos,
salió de la ciudad. Los ángeles rodearon a su Comandante y lo
escoltaron durante el viaje, y el cortejo de los rescatados los seguía.
Después, con terrible y pavorosa majestad, el Señor llamó a los impíos
muertos, que resucitaron con los mismos cuerpos débiles y enfermizos
con que habían descendido al sepulcro. ¡Qué espectáculo! ¡Qué escena!
En la primera resurrección todos surgieron revestidos de inmortal
lozanía, pero en la segunda se veían en todos los estigmas de la
maldición. Los reyes y los nobles de la tierra, los ruines y los
miserables, los eruditos y los ignorantes, todos resucitaron juntos.
Todos contemplaron al Hijo del hombre; y los mismos que lo
despreciaron y escarnecieron, los que riñeron con corona de espinas su
santa frente y lo golpearon con la caña, lo vieron entonces revestido
de toda su regia majestad. Los que le escupieron el rostro en ocasión
de su juicio rehuyeron entonces su penetrante mirada y el resplandor de
su semblante. Los que traspasaron con clavos sus manos y sus pies
vieron en ese momento las marcas de la crucifixión. Los que
introdujeron la lanza en su costado vieron en su cuerpo la señal de su
crueldad. Y sabían que era el mismo a quien ellos crucificaron y
escarnecieron durante su agonía. Se escuchó entonces un prolongado
gemido de angustia, cuando huyeron a esconderse de la presencia del Rey
de reyes y Señor de señores.
Todos
trataron de ocultarse tras las rocas o escudarse de la terrible gloria
de Aquel a quien una vez despreciaron. Y abrumados y afligidos por su
majestad y su excelsa gloria, alzaron unánimemente la voz y exclamaron
con terrible claridad: "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!"
Después
Jesús y los santos ángeles, acompañados por todos los santos,
regresaron a la ciudad mientras los amargos lamentos y el llanto de los
impíos condenados saturaba el aire. Vi que Satanás reanudaba entonces
su obra. Recorrió las filas de sus súbditos y fortaleció a los débiles
diciéndoles que él y sus ángeles eran poderosos. Señaló los
incontables millones que habían resucitado. Había entre ellos
poderosos militares y reyes expertos en el arte de la guerra, que
habían conquistado reinos. Había también gigantes fornidos y hombres
valientes que nunca habían perdido una batalla. Allí estaba el
soberbio y ambicioso Napoleón, cuya presencia había hecho temblar
reinos. Allí había hombres de destacada estatura y digno porte que
murieron en medio de la batalla sedientos de conquistas.
Al
salir de la tumba reanudaron el curso de sus pensamientos donde lo
había interrumpido la muerte. Conservaban el mismo afán de vencer que
los había dominado cuando cayeron. Satanás consultó a sus ángeles, y
después con esos reyes, conquistadores y hombres poderosos. Entonces
contempló ese vasto ejército, y les dijo que los habitantes de la
ciudad eran pocos y débiles, por lo que podían subir contra ella y
tomarla, arrojar a sus habitantes y adueñarse de sus riquezas y su
gloria.
Satanás
logró engañarles, e inmediatamente todos se dispusieron para la
batalla. En aquel vasto ejército había muchos hombres hábiles que
construyeron toda clase de pertrechos de guerra. Entonces, con Satanás
a la cabeza, la multitud se puso en marcha. Reyes y guerreros iban muy
cerca de Satanás, y la multitud seguía formando grupos. Cada grupo
tenía su jefe, y marchaba en orden sobre la fragmentada superficie de
la tierra en dirección a la Santa Ciudad. Jesús cerró las puertas y el
vasto ejército la rodeó y se dispuso para la batalla a la espera del
fiero conflicto.
(Historia de la redención pag. 439, 441)
ANTE EL TRIBUNAL
Sobre
el trono apareció la cruz; y como en una escena panorámica aparecieron
también las escenas de la tentación y la caída de Adán, y los pasos
sucesivos del gran plan de redención. El humilde nacimiento del
Salvador; sus primeros años señalados por la sencillez y la obediencia;
su bautismo en el Jordán; el ayuno y las tentaciones en el desierto; su
ministerio público, mediante el cual presentó a la humanidad preciosas
bendiciones celestiales; los días repletos, de actos de amor y
misericordia; las noches de oración y vigilia en la soledad de las
montañas; las maquinaciones de la envidia, el odio y la maldad con que
se pagaron sus beneficios; la horrenda y misteriosa agonía del
Getsemaní, bajo el peso aplastante de los pecados de todo el mundo; su
traición a manos de la turba asesina; los temibles acontecimientos de
aquella noche de horror: el pacífico Prisionero, abandonado hasta por
sus más amados discípulos, arrastrado violentamente por las calles de
Jerusalén; el Hijo de Dios presentado con voces de júbilo ante Anás,
llevado al palacio del sumo sacerdote, ante el tribunal de Pilato,
frente al cobarde y cruel Herodes, escarnecido, insultado, torturado y condenado a muerte todo eso apareció con nitidez.
Y
entonces, delante de la agitada multitud aparecieron las escenas
finales: la paciente Víctima que recorre el camino del Calvario; el
Príncipe del cielo colgado de la cruz; los altivos sacerdotes y la
plebe bullanguera que se burla de su agonía mortal; las tinieblas
sobrenaturales; la tierra que tiembla, las rocas que se parten, las
tumbas abiertas que señalan el momento cuando el Redentor del mundo
entregó su vida.
El
terrible espectáculo apareció exactamente como fue. Satanás, sus
ángeles y sus súbditos no pudieron apartarse de la descripción de su
propia obra Cada actor recordó la parte que desempeñó. Herodes, que
mató a los niños inocentes de Belén para destruir al Rey de Israel; la
vil Herodías, sobre cuya alma culpable reposa la sangre de Juan el
Bautista; el débil Pilato, siervo de las circunstancias; los soldados
burlones; los sacerdotes y gobernantes y la multitud furiosa que
clamaba: "¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!"
Todos consideraron la enormidad de su crimen. En vano trataron de
ocultarse de la divina majestad de su rostro, más resplandeciente que
el sol, mientras los redimidos depositaban sus coronas a los pies del
Salvador exclamando: "¡El murió por mí!"
Entre
la multitud de rescatados se encontraban los apóstoles de Cristo, el
heroico Pablo, el ardoroso Pedro, el amado y amante Juan y sus fieles
hermanos, y con ellos el vasto ejército de los mártires; mientras fuera
de los muros, con todo lo que es vil abominable, estaban los que los
persiguieron, encarcelaron y dieron muerte. Allí estaba Nerón, ese
monstruo de crueldad y vicio, considerando la alegría y la exaltación
de los que torturó, y en cuyas terribles aflicciones encontró deleite
satánico. Su madre también estaba allí para verificar el resultado de
su propia obra; para ver cómo los malos rasgos de carácter transmitidos
a su hijo, las pasiones alentadas y desarrolladas por su influencia y
ejemplo, dieron como fruto una cantidad de crímenes que hicieron
estremecer al mundo.
Había
sacerdotes y prelados, que pretendieron ser embajadores de Cristo, y
que emplearon la tortura, la mazmorra y la hoguera para dominar la
conciencia del pueblo de Dios. Estaban los orgullosos pontífices que se
exaltaron por sobre Dios y pretendieron cambiar la ley del Altísimo.
Esos pretendidos padres de la iglesia tenían una cuenta que dar ante
Dios de la cual de buena gana habrían querido librarse. Demasiado
tarde se dieron cuenta que el Omnisapiente es celoso de su ley, y que
de ninguna manera justificará al culpable. Entonces entendieron que
para Cristo los intereses de su pueblo sufriente son suyos; y
experimentaron la fuerza de sus palabras: "En cuanto lo hicisteis a uno
de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis" (Mat. 25: 40).
(Historia de la redención p. 446, 447)
|
SEGUNDA MUERTE
Y la muerte y el sepulcro fueron lanzados en el lago de fuego. Esta es la segunda muerte. Apoc.. 20:14)
SATANÁS
causaba la impresión de estar paralizado al contemplar la gloria y la
majestad de Cristo. Quien fue una vez un querubín cubridor recordaba de
dónde había caído. Era un serafín resplandeciente, "hijo de la mañana"
¡Cómo cambió! ¡Cuánto se degradó!
Se
dio cuenta de que su rebelión voluntaria lo había inhabilitado para el
cielo. Adiestró sus facultades para guerrear contra Dios; la pureza,
la paz y la armonía del cielo serían para él supremas torturas. Sus
acusaciones contra la misericordia y la justicia de Dios habían sido
silenciadas. El vituperio que se esforzó por lanzar contra Jesús
recayó plenamente sobre él. Y entonces se inclinó y reconoció que su
sentencia era justa.
Quedó
aclarada toda duda relativa a la verdad y error en el largo conflicto.
La justicia de Dios el quedó plenamente vindicada. Ante todo el mundo
se presentó claramente el gran sacrificio hecho por el Padre y el Hijo
en favor del hombre. Llegó el momento cuando Cristo ocupó el lugar que
le correspondía y se le glorificó por encima de los principados y las
potestades, y sobre todo nombre que se nombra.
A
pesar de que Satanás se había visto obligado a reconocer la justicia de
Dios y a inclinarse ante la supremacía de Cristo, su carácter no
cambió. El espíritu de rebelión, como un torrente poderoso nuevamente
explotó. Lleno de frenesí se decidió a no capitular en el gran
conflicto. Había llegado el momento de lanzar un último y desesperado
ataque contra el Rey del cielo. Se lanzó en medio de sus súbditos y
trató de inspirarles con su propia furia e incitarlos a librar batalla
inmediatamente. Pero de todos los incontables millones que indujo a
rebelarse, nadie reconoció entonces su supremacía. Su poder había
llegado a su fin. Los impíos estaban llenos del mismo odio a Dios que
inspiró a Satanás; pero se dieron cuenta de que su caso era
desesperado, que no podían prevalecer contra Jehová. Su ira se
encendió contra el ángel caído y los que fueron sus instrumentos de
engaño. Con furia demoníaca se volvieron contra ellos, y se produjo en
ese momento una escena de conflicto universal. (Historia de la
redención p. 448)
Fuego del cielo
Entonces
se cumplieron las palabras del profeta: "Porque Jehová está airado
contra todas las naciones, e indignado contra todo el ejército de
ellas; las destruirá y las entregará al matadero" (Isa. 34: 2). "Sobre
los malos hará llover calamidades; fuego, azufre y viento abrasador
será la porción del cáliz de ellos" (Sal. 11: 6). Descendió fuego del
cielo. La tierra se resquebrajó. Aparecieron las armas escondidas en
sus profundidades. Llamas devoradoras irrumpieron de los abismos.
Hasta las rocas ardieron. Había llegado el día "ardiente como un
horno" (Mal. 4: 1). Los elementos se fundieron por el calor, y también
se quemaron la tierra y las obras que había en ella. (2 Ped. 3: 10.) El
fuego de Tofet estaba preparado para el rey, el jefe de la rebelión; su
pira era profunda y ancha, y "el soplo de Jehová, como torrente de
azufre, la enciende" (Isa. 30: 33). La superficie de la tierra parecía
una masa fundida, un vasto e hirviente lago de fuego. Era el momento
del juicio y la perdición de los hombres impíos, "es día de venganza de
Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sión" (Isa. 34: 8).
Los
impíos recibieron su recompensa en la tierra. "Serán estopa; aquel día
que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Mal. 4: 1).
Algunos fueron destruidos en un momento, mientras que otros sufrieron
muchos días. Todos fueron castigados según sus acciones. Los pecados
de los justos fueron transferidos a Satanás, el originador del mal,
quien debió sufrir su castigo.* Tuvo que sufrir entonces, no solamente
por su propia rebelión, sino por todos los pecados que hizo cometer a
los hijos de Dios. Su castigo, entonces, será mucho mayor que el de
aquellos a quienes engañó. Después que perezcan todos los que cayeron
por causa de sus engaños, deberá seguir viviendo y sufriendo. Las
llamas purificadoras finalmente destruyeron a los impíos, raíz y ramas,
Satanás la raíz, sus seguidores las ramas. La justicia de Dios fue
satisfecha, y los santos y toda la hueste angélica dijeron en alta voz.
"¡Amén!"
Mientras
la tierra quedará envuelta por el fuego de la venganza de Dios, los
justos morarán seguros en la Santa Ciudad. Para los que tuvieron parte
en la primera resurrección, la segunda muerte no tendrá poder alguno.
(Apoc. 20: 6.) Mientras Dios será para los impíos un fuego consumidor,
para su pueblo será un sol y un escudo. (Sal. 84: 11.) (Historia de la
redención p. 449, 450)
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LA TIERRA NUEVA
Entonces
vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la
primera tierra habían desaparecido, y el mar ya no existía más. (Apoc.
21:1)
El
fuego que consume a los malvados purifica la tierra. Todo rasgo de
maldición desaparece. Ningún infierno eterno mostrará a los redimidos
las terribles consecuencias del pecado. Sólo queda un recuerdo:
nuestro Redentor llevará siempre las marcas de su crucifixión. En su
frente herida, sus manos y sus pies, se encuentran los únicos vestigios
de la cruel obra que el pecado realizó.
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LOS CIENTO CUARENTA Y CUATRO MIL (144,000)
Después
miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con
él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su
Padre escrito en la frente. (Apoc. 14: 1).
Delante
del trono, sobre el mar de cristal -ese mar de vidrio que parece
mezclado con fuego por lo mucho que resplandece con la gloria de Dios-,
hállase reunido el grupo de los que salieron victoriosos de "la bestia
y su imagen, y su marca, y el número de su nombre". Con el Cordero en
el Monte de Sion, "teniendo las arpas de Dios", están en pie los ciento
cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los hombres; se oye
una voz, como el estruendo de muchas aguas y como el estruendo de un
gran trueno, "una voz. . . como de arpistas que tocaban sus arpas".
Cantan "un cántico nuevo" delante del trono, un cántico que nadie
podía aprender sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil. Es el
cántico de Moisés y del Cordero, un cántico de liberación.
Ninguno
sino los ciento cuarenta y cuatro mil pueden aprender aquel cántico,
pues es el cántico de su experiencia -una experiencia que ningún otro
grupo ha conocido jamás. "Estos son los que siguen al Cordero por
dondequiera que va". Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre
los vivos, son contados por "primicias para Dios y para el cordero"
(Apoc. 15: 2, 3; 14: 1-5). "Estos son los que han salido de la gran
tribulación", han pasado por el tiempo de angustia cual nunca ha sido
desde que ha habido nación; han sentido la angustia del tiempo de la
aflicción de Jacob; han estado sin intercesor durante el derramamiento
final de los juicios de Dios. Pero han sido librados, pues "han lavado
sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero".
"En
sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mácula" delante de Dios.
"Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en
su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su
tabernáculo sobre ellos" (Apoc. 7: 14, 15).
Han
visto la tierra asolada con hambre y pestilencia, el sol que tenía el
poder de quemar a los hombres con su intenso calor, y ellos mismos han
soportado padecimientos, hambre y sed. Pero "no tendrán hambre, ni
sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno" (Apoc. 7:
14-16). (Maranata pag. 327
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