lunes, 14 de marzo de 2011

A QUIEN UN TIEMPO FUE DESCONOCIDO



¿Quién eres tú? Oh, Dios misterioso
que sin haberte yo conocido
me has traído con amor a tu regazo,
sin haber hablado palabra, sin haber escogido.

Mi alma sigue cautiva en la ignorancia,
en qué movió ese corazón tan grande,
a derramar en un pecador tu sublime gracia
y salvar mi vida del fuego eterno, de la llama ardiente.

Congojas aquejan a mi alma al pensar
de que, siendo tu Eterno, decidiste hacerte mortal,
a cambio de tu Trono, en la cruz fuiste a dar,
por rescate de mi vida, en victoria total.

Mas ahora se goza mi vida, mi lengua te alaba,
en que ahora puedo verte, sin miedo a nada,
siendo que la gloria que al antes verla, destrozaba
resplandece en tu Hijo, y mi vida a su Imagen es cambiada.

Asido ahora de tu gloriosa mano,
mi alma descansa en tu Palabra
sabiendo que tu dolor, en mí no fue en vano
espero ahora tu regreso, y contemplar tu mirada.

¡Déjame verte, Oh Jesucristo! Rey mío, amor de mi alma
haz de mi vida Alabanza a tí y de mi corazón, Tu asiento
pues ahora soy llevado por tu Espíritu, de gloria en gloria
y tu gracia me cambió, siendo por tu Sangre, a tus ojos, perfecto...