El
que cree en mi, como dice la escritura, de su interior correrán ríos
de agua viva.
((Juan 7:38))
((Juan 7:38))
Puede preguntarse, ¿de que forma hay que creer en Jesús, para que ocurra lo que asegura que le ocurrirá, a todos los que crean en él?
Pero no se trata de cómo se debe de creer en Jesús,sino del cambio que se debe de producir en nosotros al haber aceptado(creido)en Jesús como nuestro Salvador y Señor.
Asegura el Señor que del interior de todo aquel que en El cree, una vez que haya recibido el Espiritu Santo, correrán rios de agua viva. (Juan7:37-39.)
Y según declara la Palabra de Dios, del único lugar del que debía salir un río de agua viva es del futuro Templo de Jerusalén. ((Ezequiel 47:1); (Zacarías 14:8); (Apocalipsis 22:1-2)
Pero resulta que, (según la Palabra de Dios) una vez que el Espíritu Santo viene a morar en nosotros, llegamos a ser, Templo de Dios. ((1 Corintios 3:16); (1 Corintios 6:19))
Y para que corran de nuestro interior esos ríos de agua viva, de los que hablaba el Señor Jesucristo, tenemos que ser semejantes en todo, al “Templo de Jerusalén” según nos da a conocer todo lo relacionado con él, la Palabra de Dios, a saber: la santidad, la alabanza, la adoración, la bendición, la dedicación, la justicia, el servicio, etc., era lo habitual; estando ocupados y dedicados a ello, todos los sacerdotes y levitas, las 24 horas de cada día, para exaltar y glorificar el nombre de Dios.
Así que llegamos a entender, que no se trata de cómo creer en Jesús, para que de nuestro interior corran ríos de agua viva, sino que, (como ya sabemos) al creer en el Señor Jesucristo se recibe el Espíritu Santo, y este, nos transforma en Templo de Dios, tal como dice la escritura, y al ser Templo de Dios, toda la actividad anteriormente mencionada, que se realizaba diariamente en el Templo de Jerusalén, debe estar presente en nuestras vidas; para que sin ningún tipo de esfuerzo por nuestra parte, y de manera natural, broten de nuestro interior ríos de agua viva que corran libremente.
Agua viva que será de bendición, para pueblos, ciudades y naciones de toda la Tierra.
Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar. ( (Habacuc 2:14))
La Gloria sea siempre para el Señor.