lunes, 6 de junio de 2011

EL SEÑOR DE LA PALABRA NOS APREMIA

  El Señor de la Palabra nos apremia a seguirlo en estos tiempos de angustia
  ¿ Cuál será nuestra repuesta a su amorosa invitación ?


  CONCLUSIÓN:
" ¡ Arrepentíos, que el reino de los cielos está cerca ! " ( Evangelio de San Mateo 3: 17 )
" Yo soy el Alfa y el Omega, el Princípio y el fin, el Primero y el Último. ¡ Dichosos los que guardan sus Mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida, y entren por las puertas en la ciudad !... Yo, Jesús, os envié a mi ángel con este testimonio para las iglesias ! ... Ciertamente vengo en breve"
          ¡ Amén!  ¡ Ven, Señor Jesús !  ( Apocalipsis 22: 13, 16, 20 ).

     A través de los mensajes aquí representados, que llevan la impronta divina, podemos tener una percepción más exacta del futuro que el Creador ha revelado.

      A diferencia de los múltiples augures que en esta hora de la humanidad ofrecen confusas predicciones, la Palabra de Dios nos hace llegar por medio de los mensajes angélicos una apelación clara, sencilla y abarcante, que es fruto de su amorosa obsesión por liberarnos del error y del pecado.
     
      En este contexto, el "arrepentíos" que Jesús, el Señor de la Palabra ,dirige a la humanidad sufriente, es una invitación a que nos volvamos a él para encontrar paz y reposo en medio de nuestras fatigas y angustias ( véase Evangelio de San Mateo 11: 28-30 )  Cabe entenderlo, incluso, como el ruego de un Padre amante que anhela retornemos a él para conducirnos hacia una dicha y un gozo eternos.

     El  "arrepentíos" de Jesús nos invita además a ser sinceros con nosotros mismos; la proclamación del Reino Ya próximo es un reto a que admitamos nuestra incapacidad para superar nuestros límites. De algún modo, Jesús nos está diciendo: "Atreveos a dar el salto que separa vuestro orgullo de vuestra verdadera condición. Admitid vuestra impotencia y dejaos caer en mis brazos." Pero él mismo está igualmente dispuesto a darnos el valor necesario para ese atrevimiento, a través de la convicción que los mensajes de sus ángeles persiguen suscitar en nuestros corazones. En ningún momento de todo este proceso estaremos solos, así que no tenemos nada que temer. Con sus elocuentes consejos y amonestaciones, el Señoro de la Palabra interpela nuestras conciencias. Su afán es que salgamos del marasmo de nuestra tibieza. Pero para ello se espera de nosotros que osemos abandonar las inercias que la sociedd nos impone .

    Frente a ellas, el grito desafiante de Jesús a las más altas metas de testimonio en favor de su nombre y de compromiso con nuestros hermanos de la raza humana. Pues el Señor de la Palabra no puede contentarse con menos . Es un Dios exigente, pero tiene derecho a serlo, pues al tiempo que nos invita a seguirlo nos ofrece el poder, el valor y la humildad que pueden hacer de nosotros incondicionales suyos.


   El "  arrepentíos"  que Jesús -el Señor de la Palabra- dirige a la humanidad sufriente, es una invitación a que nos volvamos a él para encontrar paz y reposo en medio de nuestras fatigas y angustias. Cabe entenderlo, incluso, como el ruego de un Padre amante que anhela retornemos a él para conducirnos hacia una dicha y un gozo eternos.

   Querido lector, el Apocalipsis -como el resto de la Palabra- no habla de posiciones neutrales. O estamos con Cristo o estamos contra él. O estamos en Babilonia, o formamos parte del remanente fiel de los últimos días. 
    En sus manos queda un gran privilegio : Escudriñar las Sagradas Escrituras y decir sí al gran desafío que le presenta el mensaje de los tres ángeles.  Es mi deseo más sincero que el Señor lo dirija en su elección.