Si fueramos conscientes de que en cualquier momento hemos de recibir en nuestro hogar la visita de una persona muy importante y distinguida a quien profesamos mucho aprecio y admiración, ¡ cuánto nos esforzaríamos por tener nuestra casa en el estado más impecable posible! Hasta incurriríamos en algunos gastos para efectuar con urgencia ciertas reparaciones, pintura y remodelación que por meses o por años la casa ha necesitado. Y una vez hecho esto, mantendríamos nuestro hogar constantemente limpio, en orden, bien arreglado,con la máxima estética, cuidado y buen gusto.
Pues según lo que la Palabra de Diosnos dice, Cristo ha de venir en cualquier momento en esta tierra por segunda vez con gran refulgencia y gloria, como Rey de reyes y Señor de señores. Vendrá para terminar con el dolor, la injusticia y el mal, y para recompensar a cada uno según sus obras. Vendrá para llevar a los suyos; para destruir el mal y a los malos, e implantar un nuevo orden de perfección y felicidad.
DOS GRUPOS
Cuando Cristo venga encontrará a la humanidad dividida en dos grandes sectores : Por un lado estarán aquellos que no habrán hecho los preparativos del caso. Su casa no estará limpia. Su corazón estará lleno de pecado. Su vidaaparecerá con todas sus imperfecciones, manchas y defectos, y Cristo no podrá aceptarlos como miembros de su nueva familia, como ciudadanos de su nuevo reino.
" Y decían a los montes y a las peñas: "Caed sobre nosotros y escondednos de la vista de Aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero.
" Porque ha llegado el gran día de su ira : ¿ y quién podrá quedar en pie ? ( Apocalipsis 6: 15-17 )
En contraste con esta escena de desesperación y espanto, hay otra que infunde esperanza y alegría. Es el grupo de hombres y mujeres que han tomado las providencias necesarias, y cuya vida está preparada. Su casa está lista y, por lo tanto, experimentan un verdadero regocijo cuando aparece el Señor con toda su gloria en las nubes. Ellos exclaman con gran alegría : " ¡ Este es nuestro Dios ! Lo hemos esperado ( nos hemos preparado ) y nos salvará.
Este es el Eterno a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación " ( Isaías 25: 9 )
En qué consiste la preparación
Existen conceptos muy equivocados con respecto a la preparación espiritual. Ellos provienen de perjuicios ancestrales e ideas erróneas enseñadas por la teología popular, que no tienen ningún apoyo escriturístico.
Algunos opinan que la condición pecaminosa del hombre - lo cual es en esencia lo que nos separa de Dios y lo que determinará al final destrucción de los réprobos - no puede ser corregida en el caso de la persona común. Ellos suponen que serán solo unos pocos santos, dotados de condiciones naturales excepcionales, los que tienen la posibilidad de formar parte del grupo feliz que Dios aceptará como ciudadanos de su reino.
Otros alegan que el proceso que justifica a una persona delante de Dios y la hace apta para la vida eterna es largo y complicado, y entraña un esfuerzo humano hercúleo que no todos son capaces de realizar: Por lo tanto, pocos son los que tienen alguna esperanza de llegar a la ansiada meta.
Nada está más lejos de la verdad. El plan restaurador que Dios ha formulado hace que la salvación sea accesible a todos los seres humanos, y no a unos pocos previlegiados que poseen condiciones innatas sobresalientes . Dice el apóstol Pablo : "Porque la gracia de Dios que trae salvación, se manifestó a todos los hombres" ( Tito 2: 11)
Siendo esto así, ¿ cuáles son los pasos que anulan el pecado, justifican al pecador, y lo convierten en un hijo de Dios ?
El primero es el humilde reconocimiento de la propia necesidad espiritual delante de Dios, que conduce al arrepentimiento y a la confesión personal de nuestros pecados individuales directamente a Dios. Así logramos el perdón, la reconciliación con Dios y la paz.
"El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia" ( Proverbios 28: 13 ) leemos en la Palabra de Dios.
Y el apóstol Juan nos d la seguridad del perdón divino en las siguientes palabras: " Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de todo mal " ( 1 Juan 1: 8-9 )
El segundo paso, en realidad simultáneo con el anterior, consiste en aceptar a Jesús por la fe como nuestro Salvador personal, como "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo " ( Juan 1: 29 ) . Y la aceptación de Jesús por la fe es un acto individual que depende de la voluntad. Está al alcance de todos.
San Juan lo expresa así: "Porque tanto amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo único, par que todo el que crea en él, no perezca, sino tenga vida eterna " ( Juan 3: 16 )
En este pasaje hay dos ideas que se destacan :
1- "Todo el que cree en él ", es decir, la salvación se ofrece a todos, no para un grupo privilegiado y minoritario.
2- Creer "en él " significa que el creer en Jesús, la fe en él, la aceptación de Cristo como Salvador personal, es lo que hace eficaz el sacrificio expiatorio del Hijo de Dios.
El tercer paso consiste en empezar a vivir por la gracia de Dios la vida cristiana, una vida nueva, en la cual los vicios se abandonan, los errores se corrigen, y los frutos -las buenas acciones- empiezan a manifestarse en la vida como resultado de la presencia de Cristo.
"Pero el fruto del Espíritu es : amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, masedumre, dominio propio" ( Gálatas 5: 22-23 ). Estas son las manifestaciones espontáneas que se ven en la vida de alguien que acepta por la fe a Jesús y depende de él para vivir una vida trnasformada .
Por cierto que esa entrega del corazón a Cristo, ese reconocimiento a él como Señor de nuestra vida, debe ser un pacto con Dios que se renueve diariamente en oración. Es el contacto ininterrupido con Cristo lo que nos permite vivir una vida nueva, que siempre progresa en las virtudes cristianas.
Si renovámos nuestra pregunta de cómo podemos prepararnos para la segunda venida de Cristo y mantener nuestra casa limpia para recibir al Huésped celestial, contestaríamos: por medio de Cristo.
Cristo es el secreto. De Cristo dependemos en todo momento, tanto para la justificación y el perdón del pecado, como para la victoria sobre el mismo que él nos permite obtener cuando habita en nosotros.
Este tiempo del fin en que vivimos culminará en el más significativo de todos los sucesos de la historia . La mañana feliz se anuncia gloriosa. El regreso triunfal de Jesús está a las puertas.
Necesitamos estar preparados, y nuestra preparación es segura si conocemos el gran secreto: Cristo en nuestra vida.