viernes, 30 de septiembre de 2011

DIOS DICE

                                     DIOS DICE...

Mateo 5: 17-20
«No crean ustedes que yo he venido a suprimir la ley o los profetas; no he venido a
ponerles fin, sino a darles su pleno valor. Pues les aseguro que mientras existan el
cielo y la tierra, no se le quitará a la ley ni un punto ni una letra, hasta que todo llegue
a su cumplimiento. Por eso, el que no obedece uno de los mandatos de la ley, aunque
sea el más pequeño, ni enseña a la gente a obedecerlo, será considerado el más
pequeño en el reino de los cielos. Pero el que los obedece y enseña a otros a hacer lo
mismo, será considerado grande en el reino de los cielos. “Porque les digo a ustedes
que, si no superan a los maestros de la ley y a los fariseos en hacer lo que es justo
ante Dios, nunca entrarán en el reino de los cielos”».

Deuteronomio 6: 5, 6
«Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Grábate en la mente todas las cosas que hoy te he dicho, y enséñaselas continuamente
a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el camino, y cuando te
acuestes y cuando te levantes. Lleva estos mandamientos atados en tu mano y en tu
frente como señales, y escríbelos también en los postes y en las puertas de tu casa».

Salmo 40: 8
«A mí me agrada hacer tu voluntad, Dios mío; ¡llevo tu enseñanza en el corazón!».
Proverbios 7: 2, 3
«Obedece mis mandamientos y enseñanzas; cuídalos como a las niñas de tus ojos, y
vivirás. Átalos a tus dedos, grábatelos en la mente».

Jeremías 31: 33
«Esta será la alianza que haré con Israel en aquel tiempo: Pondré mi ley en su corazón
y la escribiré en su mente. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Yo, el Señor, lo
afirmo».

2 Corintios 3: 2, 3
«Ustedes mismos son la única carta de recomendación que necesitamos: una carta
escrita en nuestro corazón, la cual todos conocen y pueden leer. Y se ve claramente
que ustedes son una carta escrita por Cristo mismo y entregada por nosotros; una
carta que no ha sido escrita con tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente; una carta
que no ha sido grabada en tablas de piedra, sino en corazones humanos».

Deuteronomio 32:45-47 (NIV)
«Moisés se presentó ante todo el pueblo de Israel y, junto con Josué, hijo de Nun,
pronunció este cántico de principio a fin. Después dijo a los israelitas: “Piensen bien
en todo lo que hoy les he dicho, y ordenen a sus hijos que pongan en práctica todos
los términos de esta ley. Porque no es algo que ustedes puedan tomar a la ligera;
esta ley es vida para ustedes, y por ella vivirán más tiempo en la tierra que está al
otro lado del río Jordán, de la cual van a tomar posesión”».