El apóstol Santiago vio los peligros que surgirían al presentar el tema de la justificación por la fe, y trato de demostrar que la fe genuina no puede existir sin las obras correspondientes. Se presenta el caso de Abrahan " ¿ No ves - dice - que la fe actuó juntamente con sus obras ? De modo que la fe genuina efectúa una obra genuina en el creyente. La fe y la obediencia producen una sólida y valiosa vida cristiana .
Hay una creencia que no es una fe salvadora. La Palabra declara que los demonios creen y tiemblan. La pretendida fe que no obra por el amor y purifica el alma, no justificará a hombre alguno... Abrahan creyó a Dios.
¿ Y cómo sabemos que creyó ? Sus obras, comprobaron el carácter de su fe, y su fe le fue contada por justicia.
En nuestros días necesitamos al fe de Abrahan para iluminar las tinieblas que se acumulan alrededor de nosotros excluyendo la bella luz solar del amor de Dios y empequñeciendo el crecimiento espiritual.
Nuestra fe debe abundar en buenas obras, pues " la fe sin obras está muerta ". Cada deber cumplido, cada sacrificio hecho en el nombre de Jesús, proporcionan una abundantísima recompensa . En el mismo cumplimiento del deber Dios habla y da su bendición.