Poder transformador de la Palabra
La palabra hace humilde al orgulloso, manso y contrito al perverso, obediente al desobediente. Los hábitos pecaminosos, naturales par el hombre, están entretejidos con las prácticas diarias ; pero la Palabra corta las concupiscencias carnales ; discierne los pensamientos y las intenciones de la mente ; separa las conyunturas y los tuétanos cortando las conscupiscencias de la carne y haciendo que los hombres estén dispuestos a sufrir por su Señor.